jueves, 11 de febrero de 2010

Nuestra carrera está en nuestras manos

En más de una oportunidad he escuchado frases como: "No me tienen en cuenta". "Me esfuerzo cada día y no me lo reconocen". "Mi trabajo es mejor que el de XX pero es a él/ella a quien le dan las oportunidades". ¿Alguna vez dijiste o pensaste algo parecido?

Hoy estuve haciendo un recorrido mental por mi carrera y me di cuenta de algo muy importante: siempre he salido al encuentro de las oportunidades. Porque si simplemente nos sentamos a esperar a que éstas toquen a nuestra puerta, eso rara vez ocurrirá.

Simplemente es muy difícil, en el entorno competitivo en el que nos movemos hoy en día y sobre todo cuando trabajamos en empresas muy grandes, diferenciarnos, hacernos notar. Muchas veces debemos juntar coraje, levantar la mano y decir "aquí estoy". De lo contrario, seguiremos pasando desaparcibidos entre "el montón". Dejar de ser un "número" en las nóminas de las empresa solo depende de nuestra actitud.

¿Y cuál debería ser esa actitud? No basta con anotarnos en todo curso que se nos ocurra para agregar conocimientos a nuestro curriculum. También debemos poner en práctica los conocimientos adquiridos, demostrar que podemos brindar un "valor agregado" a nuestras tareas diarias. Sorprender, innovar y no dejar de "vendernos", constantemente, sin llegar a caer en la soberbia. No temer dar nuestros puntos de vista, opinar, proponer, sugerir y poner en práctica una otra vez nuevas ideas, sin temor a equivocarnos porque, en definitiva, de los errores también se aprende y mucho.

Otro punto importante es saber observar a nuestro alrededor, para detectar las oportunidades. Un análisis FODA de nuestro desempeño puede ayudarnos a identificar nuestras fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas. Luego debemos trabajar en ello. Afianzar nuestras fortalezas, lucirlas, explotarlas. Buscar la forma de contrarrestar nuestras debilidades, capacitarnos y buscar ayuda siempre que lo necesitemos. Neutralizar las amenazas y no dejar escapar ninguna oportunidad.

Puedo citar dos ejemplos que vienen en este momento a mi mente. Hace mucho tiempo, trabajaba como recepcionista en una empresa en crecimiento. Transcurrido un tiempo más que prudente, sentí que había aprendido lo suficiente como para enfrentar un nuevo desafío. Observé a mi alrededor con mucha atención. Y allí estaba, una oportunidad en la que podría no haber reparado si no me hubiera puesto a pensar seriamente en ello. Todos los miembros del cuerpo directivo tenían sus propias secretarias, excepto uno, el Director. Entonces diseñé una propuesta, solicité una reunión con él y le planteé lo que podía ofrecerle para facilitar su trabajo. Al poco tiempo me convertía en su asistente. ¿Cuál fue el secreto? Haber ganado previamente su confianza, haber demostrado mi compromiso y responsabilidad día a día y, lo más importante de todo, haber levantado la mano diciendo "aquí estoy, tengo deseos de aprender, progresar y brindar lo mejor de mí".

El segundo ejemplo no está directamente relacionado conmigo. Una compañera de trabajo solía lamentarse diciendo que varios de sus colegas habían logrado ser considerados para desarrollar un proyecto de la empresa en el exterior, habían tenido la oportunidad de viajar y crecer en sus profesiones. Yo simplemente le dije "¿Has conversado con tu gerente al respecto? ¿Mencionaste tus deseos de ser tenida en cuenta y tus capacidades para desarrollar ese trabajo?" Al principio ella dudó, dijo que eso era algo que tenía que surgir de su superior, que no debería ser necesario que se lo hiciera notar, que él debería darse cuenta solo. Pero pronto comprendió que no era la única "compitiendo" por aquella oportunidad y que tal vez los demás habían sabido salir a su encuentro con mayor determinación. Además, ni el mejor jefe puede adivinar lo que sentimos o deseamos, si no se lo transmitimos. Tiempo después, luego de haber mantenido una conversación con su jefe, armaba las valijas y se subía al avión...

Nunca serán mal vistas este tipo de iniciativas por parte de nuestros superiores, por el contrario, demuestran nuestro interés, compromiso y deseos de superación, cualidades muy valoradas hoy en día por las empresas. Entonces, si logramos detectar verdaderas oportunidades y consideramos que reunimos los requisitos necesarios para enfrentarlas con éxito, ¿qué debería detenernos? Absolutamente nada. No hay nada por perder y mucho por ganar. Si tenemos otras habilidades debemos ponerlas sobre la mesa, demostrar de lo que somos capaces y no menospreciarnos. Nuestra carrera está en nuestras manos, a fuerza de tenacidad, determinación y automotivación. ¡No lo olvides!